
TODOS PODEMOS SER VÍCTIMAS DE UN «DEEPFAKE»
Los deepfake son tan perfectos que casi es imposible descubrir el original de la copia. Javier Puyol muestra unas pautas para descubrirlos. Un buen ejemplo es este que ilustra la columna referido a Tom Cruise.
Hoy en día, las tecnologías de la inteligencia artificial (IA) permiten realizar acciones complejas imitando procesos humanos, como el aprendizaje o el razonamiento lógico.
Los deepfakes son vídeos manipulados para hacer creer a los usuarios que ven a una determinada persona, tanto si es anónima como si es personaje público, realizando declaraciones o acciones que nunca ocurrieron.
Para la creación de dichos vídeos, se utilizan herramientas o programas dotados de tecnología de inteligencia artificial que permiten el intercambio de rostros en imágenes y la modificación de la voz.
Esta tecnología emergente vio su origen en el mundo de la investigación con aplicaciones prácticas en el mundo del cine como una alternativa a los procesos construcciones digitales que tienden a generar altos costos.
Consecuentemente con ello, se puede afirmar que un deepfake es un video, una imagen o un audio generado que imita la apariencia y el sonido de una persona. También llamados «medios sintéticos», son tan convincentes a la hora de imitar lo real que pueden engañar tanto a las personas como a los algoritmos.
Podríamos definir de manera sencilla los deepfakes como vídeos manipulados para hacer creer a los usuarios que los ven que una determinada persona, tanto si es anónima como si es personaje público, realiza declaraciones o acciones que nunca ocurrieron.
Los vídeos hiperrealistas falsos afectan principalmente a las mujeres.
Es problema se considera como un claro ejemplo de violencia machista.
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